Dani – Cuando ceder es ganar: la identidad en la sumisión

< Volver al blog

En el Verano del 2024 invité a Dani a posar frente a mi cámara
y a prestarme sus palabras.
No buscaba solo un rostro ni un gesto, sino un territorio íntimo:
la sumisión, la entrega, el lugar donde el cuerpo habla con otro lenguaje.
Su historia apareció entre preguntas y silencios,
revelando un mundo muchas veces oculto y juzgado.
Estas imágenes y esta conversación son fragmentos
de esa exploración compartida.

Dani
Italiano
27 años
Estudiante enfermería
Hombre
Aries

Dani: sumisión, deseo y libertad

Introducción

“Puedo ser seguro de mí mismo y estar súper así. Puedes abofetearme si quieres, escupirme en la cara, y no pasa nada… si yo te lo permito.

Mi nombre es Daniele, tengo 27 años. Soy italiano y actualmente vivo en Suiza. Mi signo zodiacal es Aries, un signo de fuego, aunque eso no me importa demasiado.


Me cuesta definirme como una persona queer, porque todavía no sé con precisión qué significa. Si queer significa no alinearse con la sociedad, entonces sí lo soy. Pero si se trata solo del código de género, no: soy un hombre cis y estoy bien con mi género y su expresión. Estoy en medio, soy mayormente queer, pero a veces simplemente no lo digo.”

Así comienza la voz de Dani: directa, ambivalente, entre la afirmación y la duda. Su paso por Santiago de Chile, en medio de un intercambio académico, se convirtió también en un espacio para hablar de fetichismo, sumisión, identidad y comunidad.

Dani nació en Italia, pero vive en Suiza desde hace diez años. Estudia enfermería y está a punto de titularse.
Para él, lo más interesante de la carrera no es solo tratar la enfermedad, sino aprender a trabajar en salud pública:
“Quiero enfocarme en la prevención, en ayudar a la gente a mantenerse sana.
No quiero dedicarme solo a los enfermos, sino también a quienes están bien y necesitan conservar lo que tienen”.

De su cultura italiana arrastra sobre todo el vínculo con el café y la comida.
“Incluso después de una década en Suiza sigo tomando espresso.
Aquí en Chile, cuando pido uno, me sirven una taza enorme,
y yo pienso: no, quiero un shot pequeño, algo para acompañar mi cigarrillo”.

Su relación con la comunidad queer ha tenido matices.
En Italia, siendo adolescente, se sentía asustado y distante.
En Suiza, al llegar con 18 años, entendió que el problema
no era solo del país, sino de cómo procesaba internamente
la idea de pertenecer a esa comunidad.
“Empecé terapia, y poco a poco aprendí a estar bien conmigo mismo
y con los demás. Hoy estoy en paz con esa parte de mí”.

En Chile observó algo distinto: “La comunidad LGBTQ+
aquí es más visible que en Suiza, eso lo noté desde el primer día.
Pero al mismo tiempo no sentí una comunidad fuerte,
más bien cada quien está por su cuenta.
Eso puede ser bueno porque hay integración, pero también
me costó encontrar mi espacio.
Quizás fue por el idioma, porque no hablo español.
Al final, con más investigación, encontré lugares a dónde ir”.

Uno de esos espacios fue un bar fetichista, el 105:
“Tuve suerte de haber traído algo de mi ropa fetiche,
aunque el clima no fuera ideal para el cuero o la goma”.

Dani se reconoce como un principiante en la escena fetichista: comenzó hace poco más de un año.
Al principio fue un proceso de lectura, películas, charlas y observación.
Una experiencia en Berlín, durante Año Nuevo, lo marcó profundamente:
“Fue un viaje increíble. Me di cuenta de que mi vida sexual
ya no me satisfacía y que necesitaba algo más.
Ahí entendí que tenía que cambiar mi manera de vivir la sexualidad”.

Desde entonces, fue sumando prácticas, comprando ropa, conociendo gente.
“La primera vez que me puse mi gear me sentí increíblemente sexy.
No es algo común, pero para mí fue transformador”.

Sobre su rol, se define como sumiso:
“Me considero más sumiso, aunque sé que tengo un lado dominante.
Para mí, la sumisión tiene un valor personal:
nunca podría dominar sin haber sentido antes lo que es ser dominado.
Es mi forma de empatizar con el otro. Como principiante, ahora soy completamente sumiso”.

Lo que más le atrae de la sumisión es la posibilidad de soltar presiones:
“Soy muy masculino en apariencia, pero lo que me excita es ser tratado como objeto,
como inferior, y sentir libertad en eso.
Cuando un dominante logra quitarme de encima el peso
de las expectativas sociales sobre la masculinidad o sobre el cuerpo,
lo que siento es pura libertad”.

Dani siente que el fetichismo lo ha transformado más allá del sexo:
“El fetiche me cambió la forma de pensar. Me enseñó a no juzgar, a abrirme a la autenticidad de los otros.
Antes yo tenía una lista de criterios para relacionarme, ahora soy más libre:
me muestro como soy y dejo que el otro se muestre también.

Es también aceptar mi sexualidad sin esconderla.
Antes ocultaba esa parte, ahora digo: sí, soy así, soy sexual,
soy incluso una puta, y está bien. Estoy bien con eso”.

“Si te interesa el fetichismo, fluye.
Haz preguntas, incluso en redes sociales.
Instagram puede ser útil para aprender códigos sociales,
pero también puede intimidar:
muestra niveles de perfección que no son reales.
No olvides que Instagram no es la vida real.

Lee, mira películas, y si puedes, viaja:
anda a una fiesta grande, sin presiones.
No tienes que hacer nada, con estar ahí ya es suficiente.
La gente se acerca, conversa, y muchos son muy amables.
Sí, alguno intentará darte una bofetada… y si te gusta, perfecto”.

En su imaginario cultural, Dani nombra a Miss Keta,
cantante italiana: “No tiene nada que ver directamente
con el fetichismo, pero siempre fantaseo con hacer una sesión
con su música de fondo. Sería mejor que cualquier otra cosa,
mejor que los poppers”, dice riendo.

Dani vive la sumisión no como una debilidad, sino como un acto de libertad.
Su historia muestra cómo el fetichismo puede ser un camino de autoconocimiento,
aceptación y resistencia frente a los prejuicios.
En su tránsito entre Italia, Suiza, Chile y Berlín, su relato abre preguntas incómodas
pero necesarias sobre deseo, comunidad y lo que significa ser uno mismo.

Dani – Cuando ceder es ganar: la identidad en la sumisión

Fotografías y entrevista: Victor Vivas – @thevicbox
Chico: Dani
Santiago, Chile. 2024