
En 2023 fotografié a Lalo en una casa que ya no habita.
Aquella sesión, concebida como un registro íntimo,
se convirtió en una exploración visual de tres fuerzas que atraviesan
mi trabajo fotográfico y audiovisual:
la migración (del espacio, del yo, de la identidad),
la intimidad (como frontera móvil)
y el deseo (como motor que desplaza, revela y te hace tomar decisiones).
Las imágenes —unas cotidianas, otras eróticas— son huellas de un cuerpo
y un hogar que cambiaron de forma, pero siguen pulsando en la memoria.
Cada fotografía convoca una pregunta: ¿qué dejamos atrás cuando abandonamos
una habitación, una ciudad, un modo de querernos?
Al situar un cuerpo queer en el centro del encuadre, este proyecto reclama visibilidad
para realidades que a menudo se cuentan en voz baja.
El archivo que aquí se comparte no es solo un retrato de Lalo; es una invitación
a que quien lo contemple dialogue consigo mismo, se pregunte por su propia migración interior,
por sus silencios, por los límites —reales o impuestos— de su deseo.
Lo que verás en estas páginas es, pues, un cruce entre tiempo, cuerpo y memoria:
un mapa sensible donde la soledad, el erotismo y la vulnerabilidad se vuelven lenguaje.
Que este ensayo visual sirva para amplificar voces, incomodar certezas y, sobre todo,
abrir espacios donde otras intimidades puedan reconocerse.
Eduardo Vásquez
Chileno
32 años
Actor
Hombre
Gay



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Víctor: ¿Qué es lo que esa casa sabía de
ti que nadie más sabía?
Lalo: Esa casa fue testigo de mucho llanto, chillido y de noches en vela, cigarro tras cigarro, hablando en voz alta solo. Casi que ensayaba ideas para decirle a la persona que me había decepcionado amorosamente en ese momento. Muchas de esas palabras quedarán en ensayo, yo creo, y me parece bien. Ya ha pasado mucho tiempo y uno termina solucionando solo.
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Víctor: ¿Algo de ese lugar —de esa intimidad, de ese silencio, de esa manera de habitarse— sigue viajando contigo? ¿Sigue habitándote?
Lalo: Por momentos, pero ahora he logrado reconocer que prefiero la compañía. Funciono mejor en contexto social, me hace circular mejor las ideas. Mi cerebro me juega trampas a veces. Lo cual no significa que no sepa reconocer cuando prefiero o necesito la soledad.


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Víctor: ¿Qué significaba para ti “intimidad” en esa o en esta etapa de tu vida?
Lalo: En ese momento la intimidad era una dimensión de mi vida que quería que se publicara, por eso yo creo que participé de esta experiencia.
Además trabajaba muy expuesto en el 105. Creo que todo fue muy performativo para mí. Me sentía cómodo haciéndolo, pero también creo que lo necesitaba.
En el momento de estas fotos deseaba mucho apoderarme de mi erotismo porque me sentía con muy baja autoestima. El erotismo puede ser un capital y quería entenderlo.
Quería usarlo. Tenía 29 años y toda mi vida hasta ese momento era algo que no tenía claro cómo se hacía porque sentía que no lo tenía en mí.
Ahora ya lo sé y creo que el espacio de lo íntimo y lo personal está más en mi cabeza, en mi mente, en lo que pienso.
Es mucho más amplio que en ese entonces y guardo muchas más cosas dentro.
Eso también tiene poder.
La información personal es valiosa.





Una foto no es solo imagen:
es huella, es tránsito, es pregunta.
Hacer archivo de lo íntimo
es resistirse al olvido.
Es dejar testimonio de lo que fuimos
cuando aún no sabíamos que estábamos cambiando.
Este trabajo es para eso:
para mirar(nos)
y volver a empezar.
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Víctor: ¿Mostrar tu cuerpo o tu intimidad está relacionado
con cómo vives tu deseo o tu orientación?
Lalo: Sí y no. Creo que puede ser una muestra muy auténtica respecto a lo que uno desea en el ámbito de lo erótico, pero también puede ser un juego, una performance y ahí la responsabilidad y la fantasía pasa a los espectadores.

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Víctor: ¿Cuál es el rincón más íntimo de un cuerpo?
Lalo: La garganta.
Víctor: ¿Qué es lo que todavía sigue intacto de ese Lalo?
Lalo: Los pelos


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Víctor: Si tuvieras que nombrar al Lalo de esas fotos con una palabra, ¿cuál sería? ¿Y al de hoy?
Lalo: Este era “Lalo Revancha”. Hoy es “Lalo Producción”


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Víctor: ¿Qué lugar ocupa la soledad en tu vida hoy?
Lalo: Soy hijo único, siempre tuve que aprender
a tener una vida en la soledad. Tengo muchas estrategias.
La soledad es una compañera que siempre puede ser bienvenida.
Víctor: ¿Qué lugar ocupa el silencio en tu vida hoy?
Lalo: Ocupa un lugar breve, siempre hay música sonando
si de mí depende. Parlante o audífonos.


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Víctor: ¿Tienes fetiches? Si la respuesta es sí, ¿cuál o cuáles tienes hoy?
Lalo: Prefiero no decirlos, pero sí, creo que me he vuelto fetichista.
El concepto me complica eso sí. Siento que no necesito categorizar el deseo
y el placer con una etiqueta tan colorida. Creo que son manifestaciones
hermosas de la experiencia humana.
Víctor: ¿Qué crees que estas fotos siguen diciendo de ti hoy?
Lalo: Que soy una suerte de fantasía pornográfica
medio oriental setentera bastante específica.


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Víctor: ¿Hay algo que antes mostrabas y hoy prefieres cuidar? ¿O al revés?
Lalo: Yo creo que me volví más recatado. Mostré mucho mi cuerpo en muchas obras de arte.
Ahora no estoy muy interesado. Sobre todo porque genera problemas con el mundo laboral.
Volvería a hacerlo pero ahora no sé. También antes mostraba más mi psiquis y cotidianeidad en redes sociales.
Ahora protejo eso también. Pero sí me sigue gustando la idea de modelar o performar.
También me sigue gustando el erotismo gay pensado como arte.
Tengo ganas de producir algunas ideas que tengo en mente.



—
Víctor: ¿Qué palabra o frase te gustaría que
acompañara esta serie de fotos?
Lalo: Matando al ex.
Víctor: Si este archivo es una cápsula,
¿qué mensaje le dejarías al Lalo del futuro?
Lalo: Mira lo hermoso que eras, weón.
¿Te acuerdas que un tiempo antes de estas fotos pensaste
que nunca sanarías? Bueno, lo hiciste y vas a hacerlo
muchas veces más. Sanaste el corazón, la cabeza, el cáncer.
Este archivo es una prueba de ello, que no se te olvide.


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Lo que queda no es solo una imagen.
Es una conversación que sigue, incluso cuando termina la sesión.
Un recuerdo de lo que fuimos, una pista de lo que todavía somos.
Este archivo no busca encerrar a Lalo en una versión del pasado.
Todo lo contrario: lo deja hablar desde ahí, sabiendo que el cuerpo cambia,
que el deseo muta, que la intimidad se redibuja con el tiempo
y que celebramos luchas que pensamos no ganar.
Lo que queda es una prueba de que mostrarse
también puede ser una forma de sanar.
Que abrir la puerta a la cámara, al otro,
al futuro lector, es un acto político
y emocional a la vez.
Este trabajo es una forma de decir:
esto también merece memoria.
Lo cotidiano, lo queer, lo erótico, lo que se hace con amor
y sin espectáculo.
Ojalá estas imágenes y estas palabras acompañen
a quien se cruce con ellas.
Ojalá despierten algo.
Aunque sea una sola pregunta.

Lalo – Un gesto de memoria

Fotografías y entrevista: Victor Vivas – @thevicbox
Chico: Eduardo Vásquez – Lalo
Santiago, Chile. 2022 – 2025